LA FE DEL CENTURIÓN.
Lucas 7: 1-10
Introducción.-
“Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum.”
CONTEXTO HISTÓRICO.
Después de dar el sermón del monte y realizar el milagro al leproso; entra a Capernaum.
Capernaum (gr. Kafarnaóum o Kapernaóum [transliteración del heb. Kefar Nâjûm, “aldea de Nahum”]).
Pueblo a orillas del Mar de Galilea. Tenía una aduana
Capernaum fue el hogar de Simón Pedro y Andrés.
Jesús realizó allí muchos milagros y predicó muchos sermones
En realidad, se la conocía cómo “su ciudad”
Sin embargo, su ministerio no produjo una impresión grande sobre sus habitantes. Rehusaron arrepentirse, por lo que Jesús predijo la destrucción completa de la ciudad.
CONTEXTO SOCIAL.
Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir.
En aquella ciudad había una guarnición romana comandada por un centurión.
o Un centurión “jefe de cien” era un oficial del ejército romano que contaba con mando táctico y administrativo. Los candidatos eran escogidos por sus cualidades de resistencia, templanza y capacidad de mando, además de contar con considerable influencia y responsabilidad. Se les consideraba la espina dorsal del ejército.
El mero hecho de que fuera un centurión indica que no era un cualquiera.
El centurión equivalía entonces al coronel de ahora;.
Todos los centuriones que aparecen en el Nuevo Testamento eran personas respetables.
Los soldados romanos tenían siervos; estos eran prisioneros de guerra tomados de los pueblos conquistados para los servicios del militar.
La biblia nos dice que este centurión quería mucho a su siervo; algo contrario al común denominador social; pues los esclavos eran remplazados fácilmente, vendidos.
Este siervo o ayudante estaba enfermo de gravedad pues estaba a punto de morir.
o Había algunas enfermedades comunes en los tiempos de Jesús como la lepra, Tuberculosis, Tracoma, Epilepsia, Cólera, ciegos, cojos, sordos, mudos, paralíticos, leprosos, epilépticos, hidrópicos, etc.
Y ante la falta de conocimiento médico o el poco desarrollo de recetas médicas la gente se moría.
Tenemos a un militar con su siervo enfermo a punto de morir.
CONTEXTO ESPIRITUAL.-
Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo.
LA FE PRODUCTO DEL OÍR.- Saber de quien se escucha.-
Ante una necesidad o situación difícil es importante saber de quien se escucha, el tema que escuchas; porque si escuchas de la persona equivocada pude llevarte al colapso, la muerte, la tragedia, al fracaso, etc.
Este centurión romano no escucho de los médicos, de cualquier otra práctica, el escucho de Jesús.
De ese Jesús que hace milagros.
La información tiene que a ver llegado a este soldado del Jesús que sana, que hace milagros
Estoy contándote del Jesús que sana, que hace milagros, que puede resolver problemas, que puede ayudarte en casos difíciles, que puede perdonar pecados, que puede levantarte aun del camino de la muerte.
LA FE TE LLEVA ACTUAR.- Cuando oyó, actuó.
Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo.
No solo se quedó con la información, sino que hizo valer la información, aprovechó la información que tenía.
Jesús no fue su última opción; fue la primera opción pues cuando escucho envió a decirle que sane a su siervo.
Podemos recibir mucha información de lo que Dios puede hacer, pero quedarnos sin actuar y no va acontecer ningún milagro o algo extraordinario.
Si escuchas la Palabra de Dios, actúa basado en la palabra. Si conoces la Palabra actúa por la Palabra.
Lo que hizo este centurión, fue enviar a unos ancianos de los judíos, “esto es, dirigentes de la comunidad judía” como si quisiera tener mayor oportunidad de recibir el milagro sin embargo Jesús no fue por los ancianos él fue por la solicitud del centurión.
Dios no se acerca a nosotros por la intercesión de otros, él lo hace por la petición nuestra.
Cuando actúas basado en fe Dios hace la obra.
Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga.
Los ancianos rogaron a Jesús y le comentaron que el centurión era digno de recibir lo pedido; es merecedor, es estimable que le concedas, este centurión es diferente, este ama a nuestra nación y nos ha edificado una sinagoga.
o Las sinagogas eran el centro de oración e instrucción religiosa judía para aquellos que por su lejanía de Jerusalén no podían acudir al Templo. En los días de Jesús de Nazaret las sinagogas se encontraban muy extendidas tanto en Palestina como fuera, en la diáspora.
LA FE RECONOCE LA AUTORIDAD DE JESUS.
Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano.
Este centurión sabía muy bien que a un judío estricto le prohibía su ley entrar en la casa de un gentil de la misma manera que le estaba prohibido dejar entrar a un gentil en su casa o tener ningún trato con él.
Por eso no fue directamente a Jesús, sino que les pidió ese favor a sus amigos judíos.
Este hombre tan acostumbrado a mandar era sorprendentemente humilde en presencia de la verdadera grandeza.
El mensaje verbal que envió á nuestro Señor cuando este estaba cerca de su casa: "No soy digno de que entres debajo de mi techo; por lo cual ni aun me tuve por digno de venir a ti."
Tales expresiones forman un contraste con el lenguaje que usaron, los ancianos de los judíos. "Digno es," dijeron, "de concederle esto."
Debemos notar además la fe del centurión. "Di tan solo palabra, y mi criado será sano."
El cree recargado que nuestro Señor vaya al lugar en que su criado yace moribundo.
Considera al Señor ejerciendo sobre las enfermedades una autoridad tan completa como la que él tenía sobre sus soldados, ó como la del aperador Romano sobre él.
Confía en que una palabra de Jesús, basta para desprender la enfermedad; expresa su convicción de que Jesús es Señor y Rey Todopoderoso, y de que las enfermedades, cual siervos obedientes á órdenes, desaparecerán rápidamente.
Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Como un capitán del ejército, cada día delegaba tareas y enviaba grupos en misión, de ahí que escogió esta manera de enviar su mensaje a Jesús.
Si su autoridad producía resultados, ¡cuánto más los produciría la de Jesús!
Tenía la perfecta confianza del que mira hacia arriba y dice: «Señor, yo sé que puedes hacerlo.» Si tuviéramos una fe así, nos sucederían milagros y la vida sería nueva.
El centurión no fue a Jesús ni tampoco esperaba que Jesús fuera a él.
Así como no necesitaba estar presente para que sus órdenes se llevaran a cabo, tampoco Jesús necesitó estar presente para sanarlo.
Como alguien que había recibido autoridad de su superior para obligar a sus soldados a obedecer, reconocía en Jesús una autoridad superior, la de Dios, para superar la enfermedad, y estaba preparado para confiar en que Jesús podía sanar con una simple voz de mando.
Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.
Jesús elogió su fe y comentó que un gentil había superado a los judíos en mostrarla.
Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
Aun sin ver al paciente, que estaba moribundo, tocarlo con la mano, ni mirarlo, nuestro Señor le restituye la salud por medio de una sola palabra. Habla, y el enfermo es curado. Manda, y la enfermedad desaparece.
Esta página web ha sido creada con Jimdo. ¡Regístrate ahora gratis en https://es.jimdo.com!